miércoles, 7 de agosto de 2019


QUE EMPIECE LA FUNCIÓN


por Jefferson Perea Madrid, 07/08/2019 Buenaventura, Valle del Cauca.





                                                 

Si un político quisiera ser honesto, eso en gran medida sería una forma de defraudar su profesión. Al parecer, todo buen político debe ser un buen mentiroso, entre más mentiras diga, más convincente sonará  el discurso. Todos los políticos son unos mentirosos, si esta proposición es verdadera, entonces, pido permiso para hacer esta analogía; todo maíz Pira lleva una Crispeta por dentro; si intercambiamos los términos: todo político lleva una Crispeta por dentro, o para que suene más elegante a los oídos de los amantes del idioma del imperio: todo político lleva un Pop Corn por dentro. Pero ¡vamos! ¿Quién no ha ido nunca a cine? ¿A quién no se le ha hecho agua la boca con solo observar el crepitar caótico de esas pequeñas <<bolas de nieve>> que intenta romper el vidrio del Palomitero? Quisiera que esta analogía, no fuese una cuestión gratuita, una simple metáfora para entretener a los ingenuos, si esta analogía tiene algún sentido es porque entre el político y la Crispeta o Pop Corn existe una relación a nivel material y formal. ¿Cómo!? ¿¡Cómo!? Un político es una especie dr Jekyll y Mr Hyde, la Crispeta también. Los político se transforma al calor de las masas como si un líquido celestial se les filtrara por las venas, entonces no pueden quedarse callados, tienen que hablar de sus programas, del cambio, (con mayúscula), que necesita la ciudad, de la educación, de la cultura, la salud, la ciencia y el entretenimiento y un largo etc… La Crispeta no es ajenas a este proceso, cuando están juntitas, casi que acopladas entre sí, siente el aceite que se les filtra por la “piel”, explotan al calor del fuego, entonces están listas para servirse en cualquier evento social, sin distinción de clases social, raza, sexo o nivel de desespero.  
Confieso que esta analogía es atrevida, pero bien simpática, hasta rayar en lo tierna, lo digo por la Crispeta o Palomita o Pop Corn; esto me obligar a seguir con la analogía. ¡Que arrojé la primera piedra quien no haya visto algún persona multiplicar astronómicamente sus ingresos económico al momento de ocupar un cargo eminentemente político! La Crispeta vienen haciendo eso desde los años 30, alrededor de la industria cinematográfica, las ganancias que dejan son del 90%. El valor de la materia prima es ínfimo, su producción es fácil. Dice Martel Frederic en su libro, la Cultura Mainstream que los cines en E.U. construyen su modelo económico alrededor de Por Corn. (1)
 Con la Crispeta pasó lo mismo que con los políticos, en la transacción, nunca se recibe un producto de calidad acorde al precio que se paga. La Crispeta se desvanece rápido en la boca como las palabras del político. Las Crispeta se queman al igual que los candidatos. La Crispeta están a la orden del día en esos espacios creados para el entretenimiento, esos espectáculos que muchas veces se convierten en sucedáneos de la realidad; los políticos también se aparecen ahí en donde transcurre la prosa de la vida; se ofrecen como solidarios de las gentes humildes, como sucedáneos de una necesidad que nunca se suple. Los políticos abundad en tiempo de elecciones, la Crispeta en el cine, sobre todo en el estreno de la continuación de alguna saga al estilo de Avengers; la mayoría que acude al nuevo estreno harán, sin ningún descontento, la inmensa fila para comprar su paquete de Crispeta acompañado de un buen vaso de Coca Cola o Pepsi Cola; entrarán a ver la película, ahí se sentirán al salvos del mundo de allá afuera; ahí todos reirán o sufrirá al unísono mientras se llevan a la boca un suculento grupito de Crispeta. Cuando la función termine, las luces se enciendan: todos volverán a la realidad; sin embargo… la Crispeta ya no estará; algunas personas no logran comérsela toda, debido al exceso de grasa; habrán Crispeta tiradas que solo servirán para botar a la basura; sin embargo todo no acabará ahí, ni para las Crispeta ni para los políticos. Las personas, amantes del cine y de la política, esperaran una próxima función para hacer fila, comprar maíz inflado y disfrutar a sus hachas del espectáculo.             
Me olvida que estamos en tiempo de campaña, así que aliste su paquete de Pop Corn y que empiece el espectáculo.




1. Frederic, Martel. Cultura Mainstram. 2010.


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